Por
Sebastián Sanchez Di Gennaro. (Presidente de NOS – San Luis)
“Un hombre al que
las cosas no le parecen tal cual son, No solo ha perdido la posibilidad de
ser justo, Sino también la salud del alma.” (Josef, Pieper)
Existe
una realidad que nadie puede negar, ya que las ciencias médicas y biológicas la
han demostrado y definido, y esta es que: “en
el instante de la concepción se forma el cuerpo de un nuevo ser humano”. También,
estas ciencias, dan testimonio de que este nuevo cuerpo posee movimiento propio
(por ende independiente de la madre) en el cual se desarrolla a sí mismo. Por
lo tanto podemos concluir, con los datos aportados por estas ciencias, que
existe un “nuevo cuerpo humano que posee movimiento autónomo” (Materia con
movimiento). Pero, como es sabido, entre las ciencias existe una jerarquía según
su objeto de estudio y una complementariedad entre
ellas para que podamos alcanzar el conocimiento de la verdad de un ser u objeto
en todas sus dimensiones o más acabadamente. Es por ello que la ciencia
filosófica hace su aporte sobre este asunto diciéndonos que “sí un ser movimiento autónomo es un ser
animado”, o sea que posee ánima (alma),
y esta será vegetal, sensitiva o racional; y determinara a la materia a
ser lo que es y no otra cosa. Este es el
Principio Formal o Forma que
necesariamente es inmaterial.
Si
la materia es materia propiamente humana y posee movimiento, o sea que está
animada, ésta alma (principio formal)
que anima la materia y la determina a ser lo que es, es un alma racional (propia del
hombre) por lo tanto estamos en presencia de una nueva persona viva, y
digo viva porque si hay movimiento
hay vida; Y digo persona porque éste
es un nuevo ser único e irrepetible. Persona, según la clásica definición de
Boecio; es: “sustancia individual de
naturaleza racional incomunicable” (lo individual supone lo incomunicable
pero se agrega para hacerlo más comprensible). En ésta cuestión de la
incomunicabilidad y racionalidad,
entiendo, radica la cuestión fundamental
de porque la vida humana
pertenece y es un derecho exclusivo
y reservado solo a Dios. Paso a
explicar ésta cuestión no tan clara o conocida para algunos: Los progenitores
(varón y mujer) aportan o “comunican” al nuevo ser la naturaleza “material”,
pues, tanto el varón como la mujer aportan 23 gametos o cromosomas cada uno,
que juntos forman los 46 cromosomas propios del hombre, éste será un patrón
genético único e irrepetible. Pero esto es solo la materialidad, el cuerpo del
nuevo ser; pero como es sabido, el
hombre es una unidad sustancial de cuerpo y alma racional. Los padres
trasmiten solo la materialidad, y de la materia no puede surgir lo inmaterial,
las personan no pueden transmitir su alma ni parte de ella. Es por ello que el
alma de cada ser humano es creada directamente por Dios he infundida por Él a
ese nuevo cuerpo aportado por la materialidad de los progenitores, y es así
como Dios actúa y colabora en la procreación infundiendo el alma racional,
dando verdaderamente la vida a esa materia
apta para recibir esta nueva forma
creada por Dios. Por lo tanto la
vida es un don de Dios y solo Él posee derecho sobre ella.
Entonces, quizás
alguna me dirá (para desacreditar esta cuestión reduciéndola solo al creyente)
que ésta es una cuestión religiosa; y yo le diré que SI, y le diré que la
religión no se opone a la razón y que este tema pertenece también a la Teodicea
(rama de la filosofía que estudia a Dios sin suponer la fe). Y que la
Revelación Sobrenatural, hecha por Dios, nos ha dado claridad y plenitud en el
conocimiento de estos asuntos elevando la inteligencia por medio de la fe a
verdades que no estaban en nuestro alcance y dándonos la certeza sobre las que
sí estaban a nuestro alcance pero necesitábamos de la autoridad divina para
reafirmarlas y dejarlas fuera de debate, guste a quien le guste.
Ahora, aquellos
que niegan esta realidad explíquenme ¿cómo la materia puede producir el alma
espiritual inmaterial? Quizás me responda que el alma no es inmaterial o que no
existe, que somos puramente materia. Entonces le pediré que me explique cómo es
que está leyendo y comprendiendo éste artículo y elaborando juicios y conceptos
inmateriales, que me explique el amor y el odio. ¿Cómo la materia da lo que no
tiene o lo que no es?.
Más allá de esta
explicación, se la tenga o no en cuenta, es evidente que lo que la mujer
embarazada porta en su vientre es una persona humana. También es evidente que
nadie tiene derecho a matar a una persona inocente, y en este caso, no solo
inocente sino también absolutamente indefensa.
Ahora me pregunto:
todos aquellos que promueven y practican abortos ¿no ven esta obviedad? El medico ¿no ve que mata y extrae a un niño?
Aristóteles nos decía, que a “aquel que
cuestione lo evidente no merece explicación, sino el azote”. Reflexionando
sobre esto de Aristóteles veo que por más azote que se le dé a un bruto animal
no entenderá estas cuestiones, pues no posee inteligencia. Si una persona no
entiende de estos asuntos evidentes, es porque en alguna medida tiene una
deficiencia mental y seria tremenda mente injusto que recayera sobre ella la
pena del azote cuando no tiene culpa o, como hoy ocurre en innumerables casos
de los cuales abundan testimonios de mujeres que han abortado, se ejerce sobre
ellas una manipulación psicológica y
alteración de la información, haciéndoles creer, y caer en el error, de que lo
que llevan en el vientre no es un niño sino un grupo de células sin importancia
(la mujer es vulnerada y pasa a ser una
víctima de este crimen llevándola a abortar sin saber que se trata realmente de
su hijo). Pero a aquel que sin deficiencia mental y que con toda la
evidencia conocida, cuestiona lo evidente, sí merece el castigo, porque detrás
de ello no hay ignorancia o error, no
hay otra cosa más que malicia. Por
lo que concluyo que los proabortistas saben que lo que se mata es un niño y
quieren que el niño muera y solapadamente también buscan destruir a la mujer
que aborta (porque tarde o temprano padecerá el flagelo del error) y ello tan
solo por intereses personales de distinta índole, lo que los convierte en profesos criminales.
Sin
embargo he hecho el ejercicio de buscar y escuchar cientos de argumentos bajo
los cuales se busca justificar el crimen del aborto y no he escuchado ni
encontrado ninguno que lo justifique, pues “NO LO HAY”. No hay argumento ni
situación fáctica que convalide el homicidio de un ser inocente y más si este
ser está absolutamente indefenso.
El
bien y el mal cruzan invisibles aceros… recita Leopoldo,
Marechal. Este asunto muestra la clara y milenaria batalla entre el bien y el
mal. Decidamos que partido tomamos.
Nos enseñaba Platón que “hacer el mal no
es propio del hombre justo, ni aún a sus enemigos”. ¿Quién puede decir que
el aborto es un bien? El bien es lo que
corresponde a la cosa según su naturaleza conforme a su perfección. Y al
hombre le corresponde vivir por naturaleza. Si el aborto es la privación de
este bien que es la vida que le corresponde al hombre, afirmamos con toda
verdad que el aborto es un mal.
Nos
enseña el Estagirita, que el bien es
idéntico para el individuo y para el Estado y que el bien se identifica con el fin. Fin que define el objeto del
Estado, ya que este es el ordenamiento
jurídico y político encargado de la consecución del Bien Común, del bien de
todos, y ya hemos visto que el aborto es un mal, y no solo un mal para el niño
que es muerto, también es un mal para su madre que tendrá que vivir con ello en
su conciencia sin poder volver atrás,
convirtiéndolas también en victimas en los casos que señale anteriormente (las
mujeres que han abortado solo han podido encontrar la paz cuando la han buscado
en Cristo y se han sabido perdonadas por El luego de su acto de contrición)
y también es un mal que nos afecta a todos si el pueblo es justo (y si no es justo a dejado de ser pueblo, recuerda
San Agustín); señala Solón que “un pueblo es justo cuando el delincuente sea
acusado y condenado por todos aquellos que no hayan sufrido el daño con el mismo
celo que el dañado”. Y también este es un delito que puede acabar y desnaturalizar a toda una nación, “en el orden de las pasiones lo que la ley
permite lo promueve” (Santo Tomás). Países que han legalizado éste crimen
se extinguen sin nuevas generaciones que los pueblen y los lleva a hacer de la
injusticia un modo de vida sobre la sangre de los inocentes.
No debemos olvidar
que “la justicia es la base de la
posibilidad real de ser buenos” (Josef, Pieper). El Estado no puede
quitarle al hombre la posibilidad de ser bueno enseñándole y legislando para el
mal; así lo llevará al fracaso e infelicidad existencial. Detrás del aborto hay
cuestiones ideológicas perversas, económicas crueles e intereses internacionales
contrarios a los países en desarrollo. Pero al final de nuestras vidas éstas
cuestiones e intereses no nos justificaran en las injusticias que por ellas
cometamos, estaremos solos, con nuestras manos y en ellas las huellas de
nuestros pasos por la historia. Hoy todos los argentinos (y digo todos porque esto nos compete a todos, en esto no puede haber
indiferentes) tenemos la posibilidad de jugarnos por la vida y decidir cómo morir: con las manos callosas
por la virtud en post de la justicia para el bien nuestro y de nuestra patria o
con la sangre de inocentes sobre ellas. En esta Cruzada (que es la de siempre)
Dios nos da la posibilidad de defender
SÚ DERECHO SOBRE LA VIDA y con esta batalla (que supone tantas otras o la misma de siempre) garantizarnos
una muerte signada por el laurel para la Gloria, o de una muerte con rechinar
de dientes para la eternidad.
No lo veras vencido
I
Batalla milenaria que
entrevera sus filos,
Hoy me veo nacido
portador de un acero
Combatiendo
crecido, liberando el combate para el cual he nacido Cumpliendo el destino que
Dios me ha elegido.
II
Levanta las banderas un
ejército erguido
Que postrado en la Cruz
combate aguerrido
Elevando en el alba, en el día y ocaso la
plegaria clamante
A su Rey verdadero por la
Patria querida
Que
herida de muerte pide justicia y coraje al
Valiente.
III
Con su aliento afiebrado
pide a los gritos
Que salvemos sus hijos
aun no nacidos,
Que no sea aquel vientre
sepulcro de muerte,
Que sea de vida un
capullo divino
Cumpliendo el plan que
Dios
ha querido
Y que pueblen la tierra
de este suelo argentino.
IV
Combate muy rudo, pues
parece un absurdo,
Defender lo evidente: la
vida contra la muerte.
El
enemigo feroz parece ya suelto
¿Serán
tres tiempos y medio que dure este
Tormento?
Pero sea lo que fuere no
te des por vencido camarada y amigo,
que aunque el tiempo este fiero
a Cristo NO lo veras vencido.
que aunque el tiempo este fiero
a Cristo NO lo veras vencido.
Sebastián Sanchez Di
Gennaro
Curiosamente san Tomás de Aquino es quien defiende la eugenesia (algo así como el aborto en la actualidad pero obviamente despumes del parto) de los niños mal formados y no deseados por los padres. Tomando la filosofía aristotélica (a la cual se aludió en este post) el santo explica que las malformaciones son causadas por la causalidad interna de la semilla del embrión. En el caso de presentarse los padres podían matar al niño.
ResponderEliminarSaliendo de esta curiosidad de como los cristianos se contradicen entre si mismos, he de enseñar cual es el problema de todo su pensamiento: ustedes buscan algo en sí, buscan un saber, un orden, una verdad, a dios. Pero jamas se han preguntado si existe, buscan a dios sin saber que lo hay. Necesitan saber cual es el bien y para eso constituyen un otro (que no existe) para así poder hacer valer lo que hacen; necesitan creer que hay alguien quien sabe para poder ustedes descubrir ese saber. Problema que no solo esta arraigado en los religiosos sino también en la ciencia (desde mi perspectiva otra religión); puesto que persisten en el más simple de los idealismos (la teología) mientras no duden si hay o no dios,saber, camino del bien o como lo llamen.
No pueden admitir que ese dios no existe, es tan solo un muñeco con el cual la humanidad pretende disimular su soledad; puesto que no hay ningún otro, solo hay en si nada.