Autor:
Horacio Giusto Vaudagna
Le dialogue des Carmélites[i],
película de origen francés que se muestra al mundo en 1960, está inspirada en
un texto de Georges Bernanos[ii]. Dicha
obra puede exponerse sucintamente como la persecución que padece la Orden
Carmelita[iii]
y el posterior martirio de las dieciséis
monjas carmelitas del convento de Compiègne en 1794.
La
película en cuestión posee múltiples focos sobre los cuales detener la
atención, pero resaltan, en primer orden, la mirada teologal sobre la
Obediencia, el Deber de Estado, la Misericordia y el Martirio; para todo Hombre
de Fe, se destaca el buen combate a través de la Virtud de la Fortaleza y la
Fe, aceptando en conformidad la voluntad de Dios. Sin embargo, es menester
considerar también el aspecto eminentemente político de esta magnífica
producción, que alienta el espíritu reaccionario y, cuanto menos, obliga a
reflexionar a más de un liberal que considera que las ideas de “Libertad,
Igualdad y Fraternidad” son tan puras como la Teoría del Derecho de Kelsen.
La Terreur[iv],
período que transita entre los años 1793 y 1794 donde la Revolución Francesa
ingresa a su clímax, es el contexto político en el que se desarrolla el trágico
suceso del martirio a las mujeres de Fe perseguidas por el Comité. El régimen
del Terror suprimió, mediante el uso de la violencia ilegítima, todas las
congregaciones religiosas; posteriormente tal infortunio recayó sobre
universidades y academias, dando muestra de cuál es la verdadera cara de la
Revolución que se levantaba en nombre de la Libertad y la Razón. El Ser Supremo
(La República) reemplaza a Dios, al punto de crear un nuevo calendario, símbolo
que hace de la Revolución un hecho dogmático para la salvación de los hombres.
El período de descristianización fue promovido por el discurso del Ser Supremo
como máxima deidad que habría de regir al pueblo. La propiedad privada de las
iglesias es violada, desacralizando sus altares y convirtiendo los templos en
almacenes al servicio del Estado, siendo que a su vez, la persecución clerical
acaba con la vida de miles de fieles. El atropello a la Fe culmina cuando se
proscribe toda educación religiosa para imponer la educación obligatoria de la
República desde la primaria.
La
película afortunadamente no destina tiempo a detalles mórbidos e innecesarios,
pero sí enfatiza algo que es real y que ha trascendido en el tiempo, lo cual es
la tradición estatista y democrática que se heredó de aquella nefasta época.
Las personas dejan de ser individuos libres y dignos para convertirse en
“ciudadanos”, fieles obedientes a la voluntad política de turno (sépase que en
nombre del Estado Moderno, Liberal y Democrático, cualquier pensamiento
reaccionario era castigado con la muerte). El estudio de la Revolución Francesa
debería ser obligatorio para que las personas comprendieran acabadamente el
error de defender un liberalismo proveniente de dicho suceso. Muchas veces, en
la fantasía del Estado Moderno, se suele creer que el laicismo, producto por
excelencia de la Revolución, es parte del respeto que merecen los humanos a
profesar su Fe. En rigor de verdad, toda idea de libertad religiosa basada en
el laicismo presupone una afrenta revolucionaria en contra de la Fe, para que
el nuevo dios proveedor de prerrogativas y libertades sea el Estado. La
Revolución hizo de la casta política ilustrada (un simple conjunto de mortales
con la suma del poder estatal) una deidad omnipresente con la capacidad de
decidir el destino de cada persona.
No
es el fin de la película que el espectador se centre exclusivamente en el
rechazo a la barbarie que generó la idea de “Libertad, Igualdad y Fraternidad”,
ya que el eje está puesto en las virtudes doctrinales que enseña la Santa
Iglesia. Empero, resulta prudente utilizar como punto de partida la presente
obra para reflexionar la dicotomía que puede haber entre el significante
“libertad” y su materialización por parte de los jacobinos”. Sin más para
agregar, prudente es tomar una actitud escéptica, tal como lo esbozara Sir Roger
Scruton, sobre quienes ingresan al discurso político aquellas ideas de
“liberación”, “razón”, “república” y “Anti Dogmatismo”.
Bibliografía
recomendada:
Belloc,
H., La revolución francesa (1967); Ed. Huemul S.A.; Argentina
Scruton,
S., Las bondades del pesimismo y el peligro de la falsa esperanza (2018); Ed.
Fundación para el Progreso; Chile
Domenach,
J., La propaganda política (1962); Ed. Universitaria de Bs. As.; Argentina
San Simón Stock
[i] El diálogo de
las Carmelitas, vía Filmaffinity, visto en: https://www.filmaffinity.com/ar/film522776.html
[ii] Georges Bernanos
(París, 20 de febrero de 1888 - Neuilly-sur-Seine, 5 de julio de 1948) fue un
novelista, ensayista y dramaturgo francés. En su primera novela, Bajo el sol de
Satanás (1926), ya están patentes sus preocupaciones religiosas. Bernanos ahonda
en la psicología del hombre donde tiene lugar el enfrentamiento entre el bien y
el mal, la fe y la desesperación. Publicó, entre otros títulos, La alegría, Los
grandes cementerios bajo la luna y Diario de un cura rural (1936).
[iii] Orden de los
Carmelitas; “…Por la invasión de los
sarracenos, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar el Monte Carmelo.
Los que permanecieron fueron masacrados. Una antigua tradición nos dice que
antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella
prometió ser para ellos su Estrella del Mar. Muchos cruzados que regresaban a
su patria también conocieron y llevaron con ellos la devoción a la Virgen del
Carmelo. En 1241 el Barón de Grey de Inglaterra regresaba de las Cruzadas en
Palestina trayendo consigo un grupo de religiosos del Monte Carmelo a los que
les obsequió una mansión en Aylesford. Diez años más tarde ocurrió allí la
aparición de Nuestra Señora a Simón Stock dándole el Escapulario Carmelita que
siempre llevan. Los Carmelitas buscan desde Aylesford, Inglaterra, propagar su
espiritualidad por el continente. En el siglo XIII, Inocencio IV concede a los
Carmelitas el privilegio de ser incluidos entre las Órdenes mendicantes (junto
con los Franciscanos y Dominicos). Los Carmelitas son una orden mixta que se
sitúa entre la Cartuja y los Franciscanos. La orden ha pasado muchas pruebas.
Durante el cisma del Occidente el Carmelo quedó dividido en dos obediencias.
Fueron reformados por Jean Soreth quien inició las fundaciones en Holanda,
Bélgica y Francia…” visto en: https://www.ecured.cu/Orden_de_los_Carmelitas
[iv] Belloc, H., La revolución francesa (1967); Ed.
Huemul S.A.; Bs. As.
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