Autor: Horacio Giusto Vaudagna
Cada
vez que llega el mes de Octubre aparece, en América Latina, el mito de la
invasión monstruosa de España sobre los pueblos precolombinos que habitaban este
sector del mundo. Mucho se ha dicho sobre los acontecimientos ocurridos en tal
período histórico, mas no todo resulta cierto. Posiblemente pocas personas han
estudiado en profundidad el rol de la Iglesia Católica en América, pero a su
vez son varias las que citan frases de Eduardo Galeano[i]
como si fueran verdades absolutas. Lo que subyace en la “Leyenda Negra”[ii]
(propaganda anti hispanista) es la increíble posibilidad que tiene la Nueva
Izquierda[iii]
en la actualidad, para destruir uno de los principales pilares de occidente.
Desde un plano cultural se puede observar cómo se tergiversa datos históricos
para posicionar a la Fe Católica como el enemigo común de los pueblos
precolombinos.
Sin
embargo, existe un fenómeno al que no suele dedicársele demasiada atención,
pero encierra un serio problema para la civilización occidental: la cuestión
del “relativismo cultural”. Quienes son detractores del proceso colonizador
hispánico, frecuentemente utilizan el siguiente argumento: “Culturas diferentes poseen un criterio de
civilización diferente, por lo tanto, la civilización es relativa a lo que cada
pueblo considere válido para sí mismo”. Bajo dicha premisa se sostiene la
inexistencia de un criterio objetivo universal. Esto es lo que subyace en
quienes afirman que ya existían civilizaciones que, al poseer su propia
organización política y código moral, debían ser respetadas en un pie de igualdad
a la cultura hispánica. Un detractor de los valores occidentales va a
relativizar todo postulado aduciendo que las nociones de bien y de mal no
poseen un criterio independiente a la cultura de cada uno; como simple ejemplo
bastaría decir que aquello que era reprochable moralmente para un misionero
jesuita, para un azteca era digno de respeto.
Trasladar
las ideas de “correcto” e “incorrecto” a la tradición cultural y confundirla
con la misma es un suicidio epistemológico ya que se estaría afirmando “Todo es relativo”. El relativismo
cultural desafía la objetividad y universalidad de las verdades morales. Tal es
así por cuanto un relativista, defensor de la igualdad entre las diferentes
culturales, esgrime los siguientes planteos: (a) Cada sociedad posee diferentes
estándares morales (b) El estándar moral es lo que determina aquello que es
correcto dentro de ese contexto (c) No hay ningún estándar que sea
independiente y objetivo para juzgar la corrección de las prácticas en otras
sociedades, ya que cada criterio es subjetivo e influenciado por la propia
tradición (d) Cada valor, criterio de civilización o código moral, es uno entre
tantos otros, los cuales son todos iguales (e) Si todas las culturas poseen su
propia Ética, no hay fundamento posible que permita establecer una Ética superior
y objetiva, por lo que todas deben ser toleradas por igual.
El
relativismo cultural es en esencia, la negación absoluta de una moral objetiva
que permita determinar cuál civilización se acerca más a vivir determinados
valores. Cuando se dice: “diferentes
culturas poseen diferentes códigos morales, ergo, no hay una moral objetiva”
es posible caer en un error argumentativo. No se sigue de la primera premisa - diferentes culturas poseen diferentes
códigos morales -, lo cual puede ser cierto, que la conclusión - no hay
una moral objetiva - sea necesariamente válida. Es, a la luz de la verdad,
que distintas civilizaciones poseen diferentes tradiciones, religiones y
organizaciones políticas, lo que ciertamente influye sobre lo que una persona
puede considerar válido moralmente. Pero ello no es razón suficiente para negar
que exista una moral objetiva capaz de poner bajo su velo la inspección moral
de los actos humanos. Es oportuno analizar el siguiente ejemplo: Los
denominados “conquistadores” sostenían como precepto moral lo reprochable que
era la práctica de la antropofagia, mientras que para los indios caribes era
una práctica habitual[iv]. La
existencia de una moral objetiva no se desprende de la capacidad que pudieran
tener los unos y los otros de conocer la verdad dentro de su contexto. Es un
error sustancial considerar que, por el simple hecho de que existen desacuerdos
morales respecto a una práctica, una verdad moral no existe. Más simple
resultaría pensar en dos personas discutiendo dentro de un cuarto aislado si en
el exterior llueve o hay viento; ambos podrían estar acertados (lluvia más
viento) o ambos podrían estar equivocados (sin lluvia y sin viento), lo que sí
es evidente, es que la existencia de ciertas verdades no depende necesariamente
del nivel de acuerdo al que se llegue.
Por
lo expuesto puede considerarse que el relativismo cultural, que intenta minar
los pilares de la civilización occidental, posee los siguientes defectos
argumentativos:
I.-
Si todas las culturas son respetables, no hay un criterio objetivo que permita
criticar una civilización. El relativista cultural no posee autoridad alguna
para repudiar las prácticas culturales de los Wichi, quienes reivindican que “Desde la primera menstruación, la mujer es
casable y busca esposo; éste será el reaseguro de su mantenimiento en el grupo.
En una cultura cazadora y recolectora, la mujer necesita un hombre para formar
hogar[v]”.
II.-
Si lo correcto depende de los criterios de la sociedad, todo lo que la sociedad
considere válido es inobjetable moralmente si está en conformidad a los códigos
de la sociedad. Entonces, un relativista cultural debería aceptar la esclavitud
que era parte del Estado totalitario indígena[vi].
La imposibilidad de criticar otras sociedades, por lógica, debería aplicarse al
veto de crítica a la propia sociedad.
III.-
El relativismo cultural impide el progreso. Progresar refiere al traslado de un
estado a otro mejor. La erradicación de la esclavitud es un ejemplo claro de ello.
Para eso es necesario que exista un punto de referencia cultural superior. Pero
esa idea de objetivo superior no es posible considerar si uno es relativista,
ya que todo criterio está siempre igualado el uno al otro. Si una persona
sostiene que es relativista pero cree que existen valores superiores a los
cuales aspirar estaría cayendo en una terrible deshonestidad consigo misma.
Para
conmemorar el contacto de Europa con América es más que útil y prudente
considerar que todas las culturas poseen mucho para enseñar a la humanidad. Es
riesgoso considerar que la sociedad actual está en un estado de perfección
moral. Pero más riesgoso es promover la tolerancia bajo criterios de igualdad
al considerar que los actuales patrones culturales son asimilables a las
bestialidades que se cometieron en tiempos pretéritos. El Hombre no posee nunca
la verdad absoluta, mas no por eso la verdad deja de existir. Cada uno puede
sin embargo ir acercándose a tal verdad. Las culturas se pueden enriquecer del
intercambio y así lo ha demostrado la evolución humana. Sin embargo, si la
civilización abandonó el misticismo, el sacrificio humano, la baja expectativa
de vida, la esclavitud, el sometimiento de las niñas y el constante estado de
guerra, es porque descubrió que hay modelos de sociedad que son superiores los
unos de los otros. Aun así, es posible que el lector siga apoyando el
relativismo cultural como premisa base; deberá entonces preguntarse por qué no
abandona las comodidades y libertades que occidente ofrece para vivir conforme
a la cultura precolombina, siendo que ninguna sociedad es susceptible de crítica.
[ii] “Por leyenda negra entendemos el ambiente creado por los fantásticos
relatos que acerca de nuestra patria han visto la luz pública en casi todos los
países; las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de
los españoles como individuos y como colectividad […]; la leyenda de la España
inquisitorial, ignorante, fanática, incapaz de figurar entre los pueblos cultos
lo mismo ahora que antes, dispuesta siempre a las represiones violentas;
enemiga del progreso o de las innovaciones; o, en otros términos, la leyenda
que habiendo empezado a difundirse en el siglo XVI, a raíz de la Reforma, no ha
dejado de utilizarse en contra nuestra desde entonces y más especialmente en momentos
críticos de nuestra vida nacional”. Juderías, J. (1914).
[iii] https://www.youtube.com/watch?v=Z7FFxcwJZ4M La BASE IDEOLOGICA de la NUEVA
IZQUIERDA, por Agustín Laje.
[vi] https://www.youtube.com/watch?v=fSys0bTA-Pc Cristian R. Iturralde:
"1492, fin de la barbarie, comienzo de la civilización en América"
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