Autor: Horacio Giusto Vaudagna
Joseph
Overton legó antes de su fallecimiento una observación tan precisa de cómo
funciona la política a través de la opinión pública, que al día de hoy todo
análisis conduce a validar su postulado. La teoría política de la “Ventana de
Overton” explica que las ideas aceptadas públicamente tienen un estrecho margen
y es lo que define la viabilidad de toda política, aún por encima de las
preferencias personales de un político. La “Ventana de Overton” es definida por
la sociedad en conjunto (salvo la aparición de un líder capaz de mover tal
cuadro por sí mismo), razón por la que, quien se encuentre por fuera de la
aceptación pública, intentará mover los márgenes de tal manera que sus ideas
sean incluidas dentro de la legitimación popular. Existe un cierto consenso
respecto a los pasos que un movimiento debe seguir para ser incorporado dentro
de la política legitimada socialmente, los cuales son: impensable, radical,
aceptable, sensata, popular, política. Una vez que se llega al grado de
“aceptable”, la idea que se desea legitimar pasa a formar parte de la agenda
política. El gran salto de lo “impensable” a lo “radical” generalmente se da
mediante un discurso científico. Tal es así porque suele atribuirse neutralidad
a la ciencia descriptiva, mientras que las ideas morales entrañan una esfera
prescriptiva. Piénsese que si uno dijera “afuera está lloviendo”, esa
descripción no tiene carga moral alguna, simplemente describe un hecho natural;
distinto es si uno sostiene “nadie ha de salir bajo la lluvia a los fines de
evitar un potencial estado gripal”, donde claramente se prescribe una
determinada conducta al receptor.
Para
analizar la búsqueda de legitimidad en la pedofilia, previamente hay que
aclarar que la moral dicta que todo juicio de valor requiere cierto nivel de
prudencia y, a la vez, que toda persona es digna de misericordia. En este
sentido, una sociedad afianzada en términos de justicia concedería la
posibilidad de recuperación a una persona que manifiesta querer cambiar su
accionar en vida. El problema comienza respecto al discurso público y el diseño
institucional mediante la política. En tiempos pretéritos resultaría impensable
que se quisiera legitimar y avalar la pedofilia; pero actualmente se busca establecer
la pedofilia como un elemento de mera orientación sexual[i]. Formular
que todo deseo es neutro, entiéndase que el mismo no sería ni bueno ni malo,
sino meramente natural, ya representa en una falacia inducida al debate visto
que se intenta inhabilitar los aspectos axiológicos del mismo.
Es
que resulta preciso aclarar dos elementos que son claves en toda discusión que
se tenga con legitimadores de pedófilos. Por un lado es que hay deseos que son
moralmente repudiable sin importar el daño que presentan para la sociedad.
Quizás alguien podría argumentar que es imposible detectar el mero deseo o
intención hasta que no se materialice, razón por la que no tiene sentido
perseguir y castigar a quien simplemente desea tener relaciones con menores. En
un punto es cierta tal afirmación, pero no ha de perderse de vista que la
comunidad considera el peligro del deseo cuando ya comenzó un proceso de
ejecución, es decir, pensar interiormente en alguna actividad lujuriosa con
menores es imperceptible para terceros, razón por la que, atento al principio
de inocencia, nadie desacredita de la buena fe de los pares; pero si se
establece que una persona es pedófila, es porque previamente ya se demostró su
capacidad de inclinarse sexualmente a mantener relaciones con algún niño, sea
viendo pornografía infantil o porque simplemente se manifestó en tal sentido
ante terceros. Por otro lado y sumado al punto anterior, conforme a la mayoría
calificada de expertos, LA PEDOFILIA NO TIENE CURA[ii].
En
los últimos tiempos ha crecido en forma descontrolada una corriente cultural
que hace eco en las políticas de Estado. Dicha corriente considerada “ideología
de género” hace depender de la atracción sexual la propia identidad de la
persona, por lo tanto, el deseo subjetivo, e independiente de la realidad, es
factor dirimente de la esencia de un individuo. Si la identidad debe ser
respetada porque el acervo de los Derechos Humanos así lo dispone, nada impide
a que el espectro progresista equipare cualquier inclinación sexual con el
deseo de relacionarse con menores. Hacer depender la dignidad humana
mayoritariamente de las preferencias sexuales involucra un problema mayor a
reconocer una infinidad de géneros, presenta la necesidad lógica de ver a la
pedofilia como una atracción sexual idéntica a cualquier otra y merecedora del
respeto comunitario.
Amparados
en estudios cientificistas, es decir, de supuesta neutralidad moral y con
dudosas fuentes, se intenta disociar la potencialidad del acto. Como se sostuvo
en términos anteriores, las reglas morales nos compelen a servir para que una
persona puede encontrar las herramientas para vivir en abstinencia, pero ello
no implica que la sociedad deba a la pedofilia como un deseo sexual que no
merece el mayor repudio. La corrupción de menores ha sido una de las mayores
vilezas que ha cometido la humanidad contra sí misma, pero siempre se supo que
era un atentado a todo lo que digno, puro e inocente. En la actualidad no son
pocos los que, con discursos empáticos y progresistas, intentan legitimar como
bondadoso (o al menos, no nocivo) el deseo de violar niños. Este intento de
diversos agentes de corte progresista por considerar válido cualquier deseo
apareja un gran riesgo para la parte sana de la comunidad. Si el día de mañana
los márgenes de la “ventana de Overton” se mueven lo suficiente, la agenda
política del Estado debería comenzar a tratar a los pedófilos como simples
personas con una orientación sexual a la par de cualquier otra; quedará en uno
imaginar el futuro que le espera a una Nación si mezclamos tres simples
elementos: a) Pedofilia legitimada b) Educación sexual en pequeños infantes
donde establezca que todo deseo es válido c) Un sistema jurídico que avanza en
permitir que los niños adquieran capacidad de decisión independiente por sí
mismos.
[i]
La pedofilia es otra orientación sexual, como la homosexualidad, dicen
psicólogos al Parlamento canadiense; Visto en: https://www.ourcommons.ca/DocumentViewer/en/40-3/JUST/meeting-48/evidence
[ii]
Guido Fischer: “La pedofilia es un trastorno que no tiene cura”; visto en: https://www.elterritorio.com.ar/guido-fischer-la-pedofilia-es-un-trastorno-que-no-tiene-cura-25296-et
Tres
tratamientos contra la pedofilia; visto en: https://www.elespanol.com/ciencia/salud/20161021/164734519_0.html
Pedofilia:
una enfermedad sin cura que las cárceles recién empiezan a tratar; Visto en: https://www.elobservador.com.uy/nota/pedofilia-una-enfermedad-sin-cura-que-las-carceles-recien-empiezan-a-tratar-20171125500
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