Autor: Horacio Giusto Vaudagna
El
origen de dicho concepto se materializa jurídicamente a partir del Art. 6, Inc “e”[i] de
la Ley 26.485 (ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar
la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus
relaciones interpersonales) pero cobra especial relevancia cuando se lo utiliza
dentro del debate en torno a la legalización del aborto. De allí que es
prudente observar quienes son los principales interesados en que, una causa
noble como la protección a la mujer, se vuelva un instrumento en favor de un
negocio millonario.
Dispone
el “Protocolo para la atención integral
de las personas con derecho a la interrupción legal del embarazo”[ii]
del Ministerio de Salud de la Nación, el cual cuenta con la colaboración
técnica de FUSA AC (filial de la IPPF[iii]),
que “…En caso de realizarse la ecografía,
se debe preguntar a la mujer si quiere ver la imagen o escuchar los latidos. Si
no lo desea, es de suma importancia tomar los recaudos necesarios para que
aquello no suceda. A su vez, si es posible, facilitar distintas áreas donde se
puedan evaluar separadas aquellas mujeres que buscan una interrupción de
aquellas que reciben cuidados prenatales…” (Estudios complementarios –
Ecografía). Ciertamente, la difusión en redes sociales que realizó la “Red de
Profesionales de la salud por Derecho a Decidir” (@RedSaludDecidir) deja al
descubierto una vez más el cinismo del sector progresista de la sociedad. La
posición ProAborto reconoce, a través del marco normativo impuesto, que la
visualización de la ecografía (o audición de los latidos) genera en la mujer una
consciencia diferente a cualquier otro supuesto en el que simplemente se le
anoticiara la presencia de una enfermedad o anomalía en su propio cuerpo. En
este sentido, las posturas feministas realzan la necesidad de que su ideología
se mantenga lo más aséptica posible de toda evidencia científica que pueda
derribar sus argumentos voluntaristas, según los cuales la Existencia no es una
realidad objetiva constatable empíricamente, sino que es producto del mero
deseo subjetivo de la mujer.
Más
de una persona se preguntará cuáles son las razones por las que el feminismo,
que dice bregar por la libertad de la mujer, quiera la invisibilidad de aquello
que se desarrolla dentro del cuerpo femenino. A grandes rasgos existen dos
grandes motivos. El primero atiende a consolidar un axioma principal en la
ideología feminista, el cual redunda en construir la realidad a partir de la
percepción y no de la evidencia. Para poner esto en perspectiva basta ver el
comportamiento contemporáneo de la sociedad; cualquier identidad sexual
actualmente se escinde del dato biológico para dar lugar a la autopercepción
como elemento constitutivo y suficiente de la misma. En igual sentido, si algo
es negado cual infante que se tapa los ojos para negar la realidad, para el
feminismo ello deja de existir ipso facto.
Piénsese que la evidencia empírica podría destruir automáticamente toda tesis
feminista, desde los datos sociológicos que desmienten la tasa de criminalidad
que supuestamente beneficia al “Patriarcado”, hasta los aportes de la ciencia
médica que hacen caer la propaganda anti biologicista del feminismo. Igual
suerte corre la bandera de lucha ProAborto, que considera que la negación a ver
la realidad mediante una ecografía no sólo haría menos traumático el aborto
para la mujer, sino que evita dar cuentas que el cuerpo de la persona por nacer
quizás sea algo más que un cúmulo de células, ya que por lo pronto cuenta con
un corazón que late. Pareciera que las ideologías posmodernas se acercan más a
la actitud caprichosa del niño que no desea ver algo que no le gusta, antes que
asumir como adultas la realidad en la que están inmersas.
El
segundo motivo trasciende lo abstracto para cobrar una dimensión eminentemente
económica. El Grupo Fusa[iv]
se presenta como “una asociación civil
argentina que nació con el objetivo de promover que adolescentes y jóvenes
puedan acceder a un servicio integral de salud de calidad y que se garantice el
ejercicio pleno de sus derechos sexuales y reproductivos”, aunque probado
está que esta filial de IPPF es una de las principales beneficiarias de la
empresa abortista multinacional. Según la propia IPPF, “La Fundación para la Salud
del Adolescente Asociación Civil (FUSA AC) se convirtió en una Asociación
Miembro de IPPF en noviembre de 2010, y actualmente está desarrollando su
programa de actividades en línea con los objetivos centrales de IPPF sobre
adolescentes y jóvenes, VIH, acceso, aborto y defensa”[v].
El concepto de “Violencia Ecográfica” favorece sustancialmente a los
prestadores de un servicio filicida como la Casa Fusa, que busca, como toda
empresa, erradicar cualquier propaganda que le sea adversa a sus intereses
pecuniarios. Ciertamente, que la mujer cobre consciencia de la vida que gesta
en su vientre es un elemento desalentador a la práctica abortiva, lo que se
traduce en menores ingresos para las empresas prestatarias. El propio Estado
argentino, mediante su Ministerio de Salud, agradece al Grupo Fusa por su
colaboración en el desarrollo del Protocolo para la Interrupción Legal del
Embarazo; en este punto, es curioso que la Izquierda, crítica de las
tercerizaciones y las privatizaciones, vea con buen augurio que el servicio
abortista quede en manos de una multinacional en complicidad con el Estado.
Por todo lo dicho, posiblemente sea una buena
estrategia para el sector ProVida la prudencia y la astucia. Sin perder de
vista la misericordia de la que es acreedora toda persona, en especial aquella
que transita una maternidad vulnerable, útil es que toda la sociedad comprenda
que la vida es un proceso continuo cuyo origen está en la concepción, fenómeno
que hace ingresar al universo una sustancial individualizable de la cual emerge
todo desarrollo posterior. La ecografía es una excelente herramienta que no
sólo sirve para la atención médica, sino para mostrar que la persona por nacer
no es un mero objeto disponible para las partes. La persona gestada es una vida
en pleno crecimiento, la cual debe ser respetada por los principios morales
universales, por ello y ante todo, no se debe claudicar en la batalla cultural,
razón por la que sería más que hermoso ver que toda persona pudiera ver su
propia ecografía para recordar que ha sido también un “conjunto de células” al
cual se le respetó el Derecho a la Vida.
[i]
Violencia obstétrica: aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y
los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado,
un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales, de
conformidad con la Ley 25.929.
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