El músculo atrofiado del hombre actual

Autor: Gerónimo Luna Galdo

El hombre moderno vive bajo una sobredosis de información. Pasa a nuestro alrededor una orquesta de incógnitas a resolver. Si tuviéramos que responder a cada una de ellas de forma individual y autónoma no nos alcanzarían las horas de cuatro días para terminar nuestra tarea. Es por ello que hemos delegado las respuestas de estas incógnitas a unos pocos que, presuntamente, nos solucionan la vida. Vengo a reflexionar con usted sobre esta relación de dependencia entre nosotros y los grandes medios de comunicación.
Laswell en su libro Técnicas de propaganda en la guerra mundial nos define la propaganda como una gestión de mentalidades colectivas mediante la manipulación de símbolos significativos. Esto último, sumado al paradigma actual de la comunicación, nos podría introducir al potencial poder que poseen los grandes agentes dentro de la comunicación. Lo que acontece en la actualidad es denominado por H. Jenkins, escritor estadounidense avocado al estudio de los medios de comunicación, como “Convergencia cultural” y perfeccionado por Castells con la denominada “Revolución de la comunicación” donde el autor define una serie de transformaciones para llegar a esta convergencia que, en otras palabras, es el globalismo. En primera instancia, existe una transformación tecnológica que es, evidentemente, la más notoria: una digitalización de la comunicación; el fenómeno Internet; y la omnipresencia de la comunicación local-global. En una segunda instancia, una reestructuración de las instituciones de la comunicación: una convergencia entre operaciones de telecomunicación y propietarios de medios de comunicación. Y tercero, una cultura mundial en auge, con un desarrollo paralelo entre globalismo e identidades culturales múltiples y un ascenso paralelo entre individualismo y comunalismo.
Laswell, además de lo susodicho, nos resume el propósito esencial de toda campaña publicitaria: mostrar una solución a un problema al receptor y hacer que este último se comporte como el emisor quiera. Para realizar esta ardua misión, el propagandista deberá librar una batalla contra lo que el autor define como Actitud Deliberativa: esto es la búsqueda individual de una respuesta ante el problema que quiere responder la propaganda. Un ejemplo de lo postulado anteriormente sería: Juan es testigo de la violencia que sufre su vecina por parte del marido de la misma. Juan no comprende cómo una persona puede hacer eso. Juan entra a Instagram y ve a X periodista hablando de  machismo, “violencia de género” y similares. Juan encuentra una verosímil respuesta a su incógnita inicial. Dentro de la cabeza de Juan se está librando una batalla campal entre el argumento del periodista y su cosmovisión que hereda de su familia y tradición. El propagandista en este, y en todos los casos, tratará de persuadir modificando o fortaleciendo distintos elementos discursivos que llevarán a Juan a simpatizar con la idea feminista. Todo esto mediante la búsqueda de puntos en común a partir de pruebas y argumentos (retórica básica).
Entonces, el único salvavidas para el pensamiento disidente como el nuestro es ejercitar el “músculo” de la actitud deliberativa. El problema que quiero dejar en evidencia es la atrofiamiento que sufre este “músculo”; el siglo XX nos ha dejado una escala de valores de información que deja poco lugar a las voces contrahegemónicas. Esto, sumado a la parafernalia de los medios de comunicación hegemónicos (que son los que poseen mayor credibilidad), cada vez más oligopolizados y omnipresentes, y al globalismo cultural que elimina las tradiciones y, por ende, las cosmovisiones disidentes que obstaculizan el proceso de globalización. Todo esto provoca una dependencia intelectual por parte del espectador promedio que, en su comodidad, no ejercita su “músculo” atrofiado.
Ahora, ¿se acuerda cuando le dije que el objetivo general de una campaña de propaganda era responder una incógnita del espectador objetivo? Bueno, ahora le pregunto: ¿y si se inventa un problema para inventar una respuesta (y así seguir alimentando lo que McQuail define como Entorno Simbólico)? Esto es, en muy resumidas cuentas, el abuso del famoso Agenda Setting.

Bibliografia:
• Lasswell, H., 1927. Propaganda Technique In The World War.
• McQuail, D., 1991. Introducción A La Teoría De La Comunicación De Masas. 3ra ed.
• Castells, M., 2009. Comunicación Y Poder.
• Jenkins, H., 2006. Cultura Convergente.

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