La Necesidad de Rescatar al Hombre del Posmodernismo




Autor: Luca Gallinatti
Vivimos en tiempos interesantes. El ser humano ha soltado la mano de los valores que enriquecían a Occidente en el ayer, y hoy solo piensa en pasarla bien, en su felicidad, y lo que él considera como verdad. El posmodernismo, principal responsable, es el fenómeno que se ha encargado de reducir al hombre a un ser frágil y manipulable.
El posmodernismo es una corriente filosófica que se desarrolla en la segunda mitad del siglo veinte, y que tiende a la relativización de todo. Parafraseando a Horacio Giusto Vaudagna (Co-fundador de Fundación Libre), tiende a tapar no el sol con la  mano, sino a taparlo con millones de soles. Y es que el posmodernismo considera que existe la verdad, pero que es imposible conocerla. Ergo, cada uno tendrá su verdad, que es igual de válida en cualquier caso.
Es por eso que el cristiano maduro no puede, bajo ningún término, tener estas actitudes filosóficas, y mucho menos llevarlas a la práctica. Y es por eso que lo que vemos como la estatura del varón perfecto a veces nos parece lejano. Porque fruto del posmodernismo y de la relativización y relajación moral, la disciplina, el morir por un ideal o una creencia, como nuestros mártires hicieron con gozo en tiempos pretéritos de la Iglesia, son conceptos desconocidos para el hombre posmoderno. El posmodernismo es anti-cristiano.
Primero y principal, nosotros, como cristianos, sabemos que la verdad no es inalcanzable, como postula el posmodernismo. No es inalcanzable porque se nos ha alcanzado. Este principio, que las Escrituras per se llevan implícitas, la podemos ver en el propósito del libro de Apocalipsis, cuando Juan dice lo siguiente:
“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para MANIFESTAR A SUS SIERVOS las cosas que deben suceder pronto; y LA DECLARÓ por medio de su ángel a su siervo Juan, […]” Apocalipsis 1:1 RVR1960 (Mayúsculas añadidas).
Como se observa, quién escribe resaltó en mayúsculas lo pertinente a este ensayo. Esto debido a que en efecto, Dios nos muestra explícitamente (y al decir “nos muestra” se hace auto-evidente) que ha decidido manifestar y declarar la verdad al ser humano.
También el Apóstol Pablo nos habla de que nosotros, como seres humanos, somos capaces de conocer la verdad, cuando nos habla en los siguientes términos:
“Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, estos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en  sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio” Romanos 2:14-16 RVR1960
Como observamos, Pablo nos dice que en efecto el ser humano pude y de hecho conoce la ley de Dios, mediante sus razonamientos y lo que está escrito en su corazón. El hombre posmoderno entra en corto circuito con estas nociones.
También en Pedro podemos notar implícito este principio, cuando en su segunda epístola le dice a la Iglesia lo siguiente:
“Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, […]” 2 Pedro 2:1 RVR1960
Al respecto, Judas complementa esta idea, en su epístola donde trata muy bien el tema de los falsos maestros y los divisores. Es prudente atender a esta recomendación:
“A algunos que dudan, convencedlos” Judas 1:22 RVR1960
De aquí deducimos lo siguiente: si hay falsos maestros, es porque existe el error, o a efectos de este ensayo la “no-verdad”. Si existe la “no-verdad”, esta no se puede definir a si misma sino a partir de su opuesto, la verdad. Y, por otro lado, si Judas nos habla de convencer a otros, es porque existe la posibilidad de conocer la verdad. La conclusión es aplastante: la verdad existe y es conocible.
Otro postulado que me gustaría refutar es el argumento más del posmoderno práctico, que dice que la verdad per se no existe. Realmente, si decimos que Dios nos revela la verdad, es porque la verdad, en efecto, existe. Y este postulado es un axioma, o sea, una verdad auto-evidente, imposible de refutar. ¿Tan fuerte es la sentencia que doy? Sí, porque quien dice que la verdad no existe no está comunicando una verdad. Entonces, es realmente evidente que la verdad, en efecto, es. De hecho, esto lo vemos reflejado en otros pasajes que incluso respaldan mi punto anterior, y este punto, a saber:
“[…] porque lo que de Dios SE CONOCE les es manifiesto, pues Dios se los MANIFESTÓ. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues HABIENDO CONOCIDO a Dios, no le glorificaron como a Dios, […]” Romanos 1: 19-21 RVR1960 (énfasis con mayúsculas añadido).
“Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” Juan 17:7 RVR1960 (si la palabra de Dios es verdad, quiere decir que la verdad existe).
El otro postulado posmoderno que pretendo rebatir es uno que más que nada se desarrolla en el posmoderno de la calle, a saber: no hay sentido absoluto de la ética. Esto para el cristiano, desde la teología, es resulta harto evidente. Tal postulado es, como mínimo, herético. Puesto que creemos que la moral de Dios es universal y aplicable a todos, y es por eso que podemos sostener que Dios juzgará al género humano (¿Recuerda el lector lo que les decía Pablo a los Romanos sobre los que tienen ley y los que no?). Sabemos, por lo tanto, que el “no hurtarás” es un universal. Y porque es un universal especial, porque refiere a la no violencia en la comunidad, sostenemos, con una mano en la Biblia y con otra en el Derecho, que hurtar debiera ser penado. Y el juicio del Señor con respecto a la inmoralidad humana es evidente:
“Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así de Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús.
En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.” Efesios 4:17-24 RVR1960
Como vemos, el tema de la verdad, y de lo verdadero y absoluto de la ética cristiana es recurrente en estas pocas oraciones del Apóstol. Él dice sin tapujos que los gentiles se engañan a sí mismo y están equivocados al elegir y convencerse en el modo de vida libertina que llevan. Tienen el entendimiento a oscuras, “entenebrecido” y nosotros, en contraste, debemos y sabemos que la ética de Cristo es la que nos saca de esas sombras.
También Pablo le dice a Timoteo:
“Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente; conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para todo cuanto se oponga a la sana doctrina, según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado.” 1 Timoteo 1:8-11 RVR1960
Se nota que la ley moral es independiente de los demás. Para ser no necesita de lo que los demás hagan con respecto a ella, sino que ella ha sido dada para ellos. De hecho, la ley ha sido dada para que veamos, justamente, que como creación estamos en pecado:
“Pero sabemos que todo lo que dice la ley, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; […]” Romanos 3:19 RVR1960
En conclusión, podemos afirmar sin lugar a dudas lo herético que resulta el posmodernismo. Lo anti cristiano que es. Se opone a nuestras nociones cristianas fundamentales, y hace peligrar a el que está tratando de imitar a Cristo. Resulta una amenaza para la Iglesia.
Sucede que la conclusión del silogismo es clarísima: Si el cristianismo se opone a la relativización de todo por su naturaleza absoluta, y el posmodernismo relativiza todo, el cristianismo es opuesto al posmodernismo. Y es por eso que hay que ayudar, como Iglesia, al posmoderno, para que llegue “a la estatura del varón de Cristo.

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