Autor: Horacio Giusto Vaudagna
Corría
el año 2018 cuando la artista Liset Feider donó una de sus obras al servicio de
oncología del Hospital Piñero. Desde ese momento es que ella ya mantiene un
excelente trato con los miembros de dicha institución, razón por la cual,
cuando se quiso modificar la fachada y aprovechando que hace más de 10 años que
la maternidad está revestida de color celeste, ofreció sus bocetos a la
Dirección para una decoración más artística. La Dirección aprobó el
ofrecimiento de Feider y fue tal junta directiva que determinó el lugar de la
fachada donde querrían ver la obra en cuestión. Ante las razones por las cuales
producir el mural, respondió la mencionada artista: “Mi intención fue llevar color a las paredes del pabellón. Estoy
convencida que el arte ayuda a generar en las personas sentimientos positivos.
Lo pienso desde una visión integral de la salud, como artista y psicóloga. En
los hospitales conviven la vida y la muerte, mi arte es una postura ante esa
lucha de fuerzas antagónicas. Me siento absolutamente responsable del impacto
de mis obras, soy consciente que elijo estar del lado de la vida, si bien la
muerte es inevitable para todos, creo que valen la pena todos los rodeos
posibles para honrar a Eros. Las paredes de los hospitales están impregnadas de
muerte, abandono, dolor. Por eso hoy mi obra está tapiada. La Vida se hizo
intolerable en esos ámbitos, Tánatos les ha ganado la pulseada”.
Realizada
la producción artística, la Asesoría Tutelar Nº 1 a cargo de la Dra. Mabel
López Oliva, consideró que un mural así realizado en el Hospital Piñero era “un obstáculo intimidatorio para niñas y
mujeres que recurren al lugar para acceder a la interrupción legal del embarazo”[i].
En este sentido es válido cuestionar si el Estado, supuesto ente que mantiene
unido a los grupos de oposición (Teoría de Hermann Heller), actuó respetando la
diversidad de pensamiento y libre expresión, o si eventualmente forzó una
censura con fines espurios.
Liset
Feider es Lic.en psicología y artista plástica; a sus 42 años, plenamente
convencida de los valores de la Vida y la Libertad, ha puesto siempre su
talento a disposición de los demás para que su arte sea una forma de
comunicación cuyo mensaje final está en la interpretación que haga el
observador. En este punto es oportuno destacar sus atinadas palabras cuando dijo
“Es el espectador quien le termina de dar
sentido cuando proyecta su mundo interior en la obra…Con esta obra que hoy está
tapada pasa eso: Hay gente que ve vida ahí, ve esperanza aun cuando han pasado
por un momento tan triste como perder un embarazo, porque es esa la empatía,
cuando uno humaniza a aquello que perdió… es terrible para quien pierde un hijo
hablarle como si fuera descartable, pero esa imagen del bebé servía para darle
humanidad y canalizar el dolor. Mientras tantos, algunas mujeres que tienen en
la cabeza el aborto por el aborto en sí mismo lo ven como algo amenazante el
ver un niño en gestación; se pone en evidencia que quieren tapar la humanidad
del niño por nacer. Son ellas quienes hablan de libertad pero no dejan que se
vea que la mujer no lleva una sandía en su interior, que no son simples células
las que van a abortar. Quieren ocultar al niño en gestación por lo que la mujer
no es totalmente libre de elegir porque no se le permite saber qué está
haciendo realmente, sumado a que es sólo una obra, no una ecografía”[ii].
Liset ha sufrido la
censura de su obra bajo el concepto de “Violencia Simbólica”, el cual es
complementario a la noción de “Violencia Ecográfica”[iii].
Estas ideas de violencia responden, tal como se expresó meses antes en
Fundación Libre (Violencia ecográfica -Por Horacio Giusto), a dos grandes
causales: En primer orden, la visualización de la ecografía o cualquier imagen genera
en la mujer una consciencia diferente a cualquier otro supuesto en el que
simplemente se le anoticiara la presencia de una enfermedad o anomalía en su
propio cuerpo. En este sentido, las posturas feministas realzan la necesidad de
que su ideología se mantenga lo más aséptica posible de toda evidencia
científica o argumentativa que pueda derribar sus argumentos voluntaristas,
según los cuales la Existencia no es una realidad objetiva constatable
empíricamente, sino que es producto del mero deseo subjetivo de la mujer. En
segundo lugar, es prudente recordar que el aborto se entiende como un servicio,
y por regla, cada servicio requiere de un mercado que lo acepte con
beneplácito; el concepto de “Violencia Ecográfica/Simbólica” favorece
sustancialmente a los prestadores de un servicio filicida como la Casa Fusa,
que busca, como toda empresa, erradicar cualquier propaganda que le sea adversa
a sus intereses pecuniarios[iv].
Ciertamente, que la mujer cobre consciencia de la vida que gesta en su vientre
es un elemento desalentador a la práctica abortiva, lo que se traduce en
menores ingresos para las empresas prestatarias. El propio Estado argentino,
mediante su Ministerio de Salud, agradece al Grupo Fusa por su colaboración en
el desarrollo del Protocolo para la Interrupción Legal del Embarazo; en este
punto, es curioso que la Izquierda, crítica de las tercerizaciones y las privatizaciones,
vea con buen augurio que el servicio abortista quede en manos de una
multinacional en complicidad con el Estado. Sobrada prueba hay respecto a los
vínculos que mantiene el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires con Casa FUSA y
Fundación Huésped, principales socios financieros de International Planned
Parenthood Federation[v].

Por todo lo expuesto,
prudente es finalizar con el pensamiento de la artista entrevistada para que la
esperanza y el ánimo reflote en la lucha por defender a los más indefensos: “Creo que el movimiento Pro Vida está tomando
un enorme impulso e identidad, y que ganaremos la batalla cuando el aborto sea
impensable, que ni siquiera sea una opción a tener en cuenta. Para esto indudablemente
la transformación es cultural y nos llevará mucho tiempo. Esto apenas comienza.
El debate nos ha puesto en el compromiso de generar soluciones a problemáticas
que se venían arrastrando, que claramente no pueden solucionarse con el crimen
de niños por nacer. En países como Canadá, ni los sectores más conservadores
conciben dar marcha atrás al aborto, porque se ha naturalizado perversamente
como un derecho de la mujer. Es nuestro deber evitar la instauración de la
cultura de la muerte”.
[i]
“El Hospital Piñero tapó el mural antiderechos” – Página 12; visto en: https://www.pagina12.com.ar/238367-el-hospital-pinero-tapo-el-mural-antiderechos
[ii]
Comunicación telefónica con Horacio Giusto, autor de la presente nota.
[iii] Violencia
ecográfica -Por Horacio Giusto; visto en: https://fundacionlibre.org.ar/2019/09/26/violencia-ecografica-por-horacio-giusto/
[iv] Para
más información ingresar a https://www.casafusaadolescencia.org/
y https://www.ippf.org/about-us/member-associations/argentina
[v]
Veáse el ejemplo en “semana de la juventud”; visto en: https://www.buenosaires.gob.ar/noticias/semana-de-la-juventud
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